Un enlace entre Argentina e Italia, un puente entre el pasado remoto y el futuro, tesoros de uno de los museos arqueológicos más destacados del mundo, el de Taranto (MArTA), se exponen en el de Bellas Artes, en Buenos Aires, para ofrecer un viaje único e inédito que introduce en el nacimiento de la civilización occidental.
Se trata de la muestra Tesoros del Museo Arqueológico Nacional de Tarento. Griegos y otras civilizaciones antiguas del Sur de Italia”, un proyecto original que se desarrolla entre Italia y Argentina, resultado de la intensa colaboración entre el Instituto Cultural Italiano de Buenos Aires, el MArTA y el Bellas Artes, con el respaldo de la Embajada de Italia.
Las piezas, que se exhibirán hasta el 5 de marzo del año próximo pertenecen a la colección del museo italiano e ilustran los aspectos culturales y productivos más representativos de la ciudad, única colonia griega en Puglia (extremo sur de Italia) , y de las demás poblaciones itálicas que antiguamente habitaron la región.
La exhibición pretende contar la historia de una de las ciudades más importantes del Mediterráneo antiguo, la colonia griega de Taranto, llamada hoy “la París del mundo antiguo” por su influencia cultural y su capacidad de plasmar modas y costumbre.
La narración se construye a partir de unos sesenta tesoros de más de 2500 años. A través de los objetos exhibidos también se narran las historias de los pueblos que convivieron en la región llamada Apulia, la más oriental del sur de Italia, el “talón de la península, podría decirse considerando su forma de bota.
Monedas, cerámicas, joyas, elementos de culto religioso y otros objetos icónicos de esas civilizaciones hablan por sí y traen al presente ese pasado tan legendario, germen y cuna del mundo actual.
Son objetos seleccionados no tanto por su indiscutible belleza, sino sobre todo por las capacidad de evocar, con eficacia simbólica, temas complejos sociales, como la ideología funeraria, la cultura figurativa, el patrimonio de los relatos míticos y las creencias de los griegos de Taranto y otras civilizaciones antiguas de Apulia, en un período comprendido entre los siglos VII a. C y el II a. C., cuando la región fue adherida a la naciente Italia romana.
Grandes banquetes, guerras y hasta olimpíadas emergen en jarrones y ánforas, reflejos nítidos de ese pasado legendario.
Inmaculadas piezas de orfebrería en oro muestran los adornos femeninos que parecen no tener ni tiempo ni espacio, pues bien podría tratarse de joyas de la actualidad. También un yelmo impactante desnuda las épocas de guerra.
Desde luego, los dioses míticos están presentes. Las ninfas infaltables, Hércules, Edipo, Poseidón, Andrómeda y Venus, junto a Taras, que da nombre a la ciudad.
Los objetos, iluminados en formidable vitrinas, están flanqueados por didácticos paneles y leyendas que acompañan al visitante a lo largo del itinerario de la exposición y lo orientan con explicaciones sintéticas, pero que arrojan luz con simpleza y precisión.
“Otro modo de afianzar los lazos entre Italia y Argentina”, resaltó el embajador del país europeo en Buenos Aires, Fabrizio Lucentini, en la presentación. “Un encuentro entre el pasado y el futuro, una cercanía de tiempos y civilizaciones”, deslizó Donatella Cannova, la directora del Instituto Italiano de Cultura.
La exhibición está comisariada por Eva Degl’Innocenti, directora del MArTa, y el arqueólogo y curador de ese centro, Lorenzo Mancini, quienes llegaron a la capital argentina para supervisarlo todo.
El museo de Taranto fue creado en 1887 para salvaguardar el rico patrimonio arqueológico local, cuando las excavaciones para la construcción de la nueva ciudad trajeron a la luz los restos de la antigua ciudad, fundada en el año 701 a. C.
La exhibición deja nítido un enlace de tiempos, mundos y culturas, un mensaje que habla de una única humanidad. Unida, aunque distante, Cercana aunque separada por los océanos, pero con usos y costumbres que las emparentan.
Es que los objetos de Taranto exhibidos en uno de los pisos del Museo de Bellas Artes tienen increíbles similitudes con piezas americanas precolombinas, que curiosamente se exponen en otra sala. Allí hay vasijas de la cultura Condorhuasi, de entre el 200 a. C. y el 200 d. C, cántaros, jarras y otros objetos también en barro horneado y con diseños y adornos similares y funciones idénticas. Amalgama de tiempos y geografías difíciles de explicar. (ANSA).