Donald Trump encara los últimos días de la campaña electoral llevando su discurso anti inmigración al límite: Si bien tanto él como Kamala Harris están prometiendo construir más casas para enfrentar la crisis de viviendas, el expresidente, al mismo tiempo, promete deportar a cientos de miles de personas que las construyen.
La promesa del expresidente de «lanzar la mayor operación de deportación en la historia de nuestro país» obstaculizaría a las empresas de construcción que ya enfrentan escasez de mano de obra y elevaría los precios récord de las viviendas, advierten líderes de la industria, contratistas y economistas.
«Sería perjudicial para la industria de la construcción y nuestra oferta de mano de obra», explicó Jim Tobin, CEO de la Asociación Nacional de Constructores de Viviendas.
La mayor parte de los contratistas considera que los trabajadores nacidos en el extranjero, independientemente de su estatus legal, representan «una fuente de mano de obra vital y flexible» para los constructores, estimando que ocupan el 30% de los empleos comerciales como carpintería, albañilería, pintura y roles eléctricos, entre otros.
Casi 11 millones de inmigrantes indocumentados vivían en los Estados Unidos hasta el 2022, según muestran los últimos datos federales, por debajo de un máximo de 11,8 millones en 2007. Se estima que esa cifra creció exponencialmente en el último año y medio.
El sector de la construcción emplea a un estimado de 1,5 millones de trabajadores indocumentados, o el 13% de su fuerza laboral total, una proporción mayor que cualquier otro, según datos que el Pew Research Center proporcionó a NBC News.
Los expertos de la industria dicen que sus tasas son más altas en los estados de Sun Belt como Florida y Texas, y más pronunciadas en la construcción residencial que en la comercial.
Para Brent Taylor, la construcción de viviendas ha sido «una industria muy, muy difícil en los últimos años, y parece que solo está empeorando».
Por ejemplo, dijo que su negocio de cinco personas, con sede en Tampa, contrata a subcontratistas para realizar todo el trabajo, y si los empleados de esas empresas «aparecen en mi lugar de trabajo, no sé si son legales o no».
El grupo de mano de obra ya es estrecho, y la industria de la construcción de Estados Unidos todavía busca cubrir 370.000 puestos vacantes, según datos federales.
Si los equipos de trabajo disminuyen, para los constructores será más difícil encarar un plan de ampliación de viviendas como proponen Kamala Harris y Trump.
«Ahora solo puedo hacer 10 trabajos al año en lugar de 20», dijo Taylor. «O hay que ganar la mitad de dinero o subo mis precios. ¿Y quién paga por eso en última instancia? El dueño de la casa».
Trump no ha detallado todavía cómo funcionaría su plan migratorio, con el que busca eliminar hasta 20 millones de personas, mucho más que la población indocumentada, pero lo ha hecho central en su discurso de campaña.
El candidato republicano afirma que las deportaciones masivas liberarían hogares para los ciudadanos estadounidenses y reduciría los precios, aunque pocos economistas están de acuerdo. La idea también ha atraído escepticismo por motivos logísticos, y algunos analistas dicen que sus costos serían «astronómicos».
Trump, en su discurso de deportación, ha llegado a desplegar una retórica racista como afirmar que miles de inmigrantes están cometiendo asesinatos porque «está en sus genes». © ANSA.