Y llegó la ansiada final del mundial. Perdimos por muy poco, estuvimos tan cerca de ganarlo. El valor del esfuerzo y la entrega del equipo hicieron que aún con tristeza a cuesta miles desbordaran las calles, las esquinas, las avenidas centrales, los balcones y las plazas. Nuestro deporte más popular, el más lindo, el que más sentimos, de nuevo nos hizo vibrar. ¿Cómo no reconocerlo más allá del resultado final? ¿Cómo no disfrutar de un espectáculo tan apasionante, tan maravilloso, tan nuestro? El fútbol tiene estas cosas, brillantes, hermosas, únicas. Esas que alegran tardes o que si te la entristecen como en esta final, al mismo tiempo te dará revancha. La tragedia no es el resultado. Sino el saber que a la par de talentos que apasionan, navegan los que enturbian la jugada. Los que no festejan el juego sino los millones que produce. Los que no vibran de pasión sino por sus cuentas bancarias. Los que no disfrutan el deporte sino que esquilan al chico que promete, negocian con el intermediario, lucran con publicidades y reventas. Los que ya están haciendo cuentas pensando en el mundial que viene y hacen que un “crack” tenga que jugar aunque no aguante el dolor, porque así está en el contrato. Son una larga lista de personajes oscuros, funcionarios, burócratas, empresarios, amigos del poder; que no tienen tu pasión ni tus sueños y viven una vida de riquezas que indigna. Que han aplaudido dictaduras y gobiernos de cualquier tipo, siempre que le permitan seguir con sus negocios. Creídos dueños del mundo y de la pelota se ubican como protagonistas y en parte lo son: protagonizan desde la cúpula de instituciones lo peor del negocio del fútbol. Con ellos no tenemos nada que compartir ni festejar. Ni con gobiernos que los apañan, mientras comparten y permiten tal juego sucio. En este sistema de injusticia, de transnacionales que destruyen y saquean, de gobiernos socios y complicidad permisible, están estas corporaciones putrefactas plagadas de negociados, de burócratas millonarios y eternos en sus cargos, usufructuando la destreza y genialidad de piernas ajenas. Alrededor de un mundial y su final se perciben estas dos realidades: la pasión popular de un lado, la usura lucrativa de unos pocos por otro. Porque el mundial también saca a la luz, la opulencia y desigualdad de un sistema decadente y nos reafirma en la necesidad de transformar y cambiar de raíz todo ese andamiaje económico, político y social, si queremos tener otro futuro. En este mundial disfrutamos de nuestro equipo todo lo que pudimos. A la vez, la pasión y el país que queremos están en otro lado. En el emocionante sentir de millones de trabajadores que disfrutaron del mundial y del fútbol como nadie. Que saben el valor del sacrificio y el trabajo en equipo. Que cada día se esfuerzan hasta el último minuto sin poder frenar ni un segundo antes. Que saben más que nadie el valor del compañerismo, la entrega y la experiencia. Aunque la pelota no ruede entre sus herramientas de trabajo, los trabajadores también aportan una enorme cuota de habilidad e ingenio, sin el cual nuestro país no podría caminar ni un solo paso. Por eso, el domingo estuvimos viendo la final del mundial junto a los obreros de EMFER-TAT.SA en la toma de su fábrica; porque también nos emociona el partido que ellos están jugando. Esos trabajadores con sus familias estuvieron allí, eligieron ver el partido final en la pantalla montada en esa toma, que ya es heroica y que no es solo de ellos; porque hoy ya es de muchos más. Mate, torta frita y chocolate caliente para los chicos con sus caritas pintadas. Así se vivió nuestra final desde la toma. Ahora el mundial se acabó y fuimos protagonistas, nadie nos quita esa alegría. Pero en EMFER-TAT.SA hay otra final en marcha que aún no termina. Es un partido donde se juegan casi 500 puestos de trabajo y por eso los compañeros reclaman, con certera razón, una estatización que garantice un futuro y un proyecto. Desde el MST, con Alejandro Bodart, Vilma Ripoll y todos nuestros compañeros estamos decididos a darlo todo por esta causa e invitamos a sumar más apoyos. Ya arrancó otra semana, sin mundial pero con este y tantos otros partidos jugándose, tantas luchas que debemos seguir dando. Porque los salarios no alcanzan, porque hay escuelas y hospitales en mal estado, inflación, despidos, trabajo precario y entrega de nuestras riquezas. Porque la vida sigue con su andar cotidiano y hay mucho porque luchar. Y no hay mundial que lo evite. Las y los trabajadores, la juventud, profesionales, intelectuales, ambientalistas; todas y todos trabajando en equipo, con sacrifico y generosidad podemos ganar aunque enfrentemos enemigos poderosos. Hagámoslo con el ejemplo de los trabajadores de EMFER-TAT.SA, titanes que ponen lo que hay que poner, espejo de otros miles que en nuestro país también defienden su trabajo y su salario, sin privarse de disfrutar el mundial, ni sus tristezas ni sus alegrías. Ellos y tantos otros lo vivieron y sintieron sin privilegios ni negocios de por medio. Como vos y como todos los que desde el llano queremos la victoria en el fútbol y también el triunfo de tener un país para los trabajadores y las mayorías populares. Eso para nosotros, es un país socialista. No queremos más. No queremos menos.
Sergio García (Dirigente del MST)