Uruguay logró una estabilidad económica admirada por los países de la región, con una inflación que ronda el 7%, sostenida durante casi 20 años, y amplio acceso al crédito, le otorgan grandes perspectivas de crecimiento.
Actualmente, según el Índice EMBI, que elabora JP Morgan, el país de la banda oriental es el de menor riesgo de Latinoamérica.
Los niveles de inversión, la estabilidad del mercado laboral, las exportaciones, y el consumo, reflejados en el último relevamiento del Banco Central de Uruguay, reflejan que, pese a la crisis económica global, Uruguay logró recuperar la actividad.
Este contexto económico y político del país, junto con la proximidad, fueron los principales factores para atraer a los inversores vecinos, principalmente, argentinos.
Los datos de la Dirección Nacional de Registros uruguaya, muestran que cerca de 90.000 argentinos hoy son propietarios de inmuebles en Uruguay. El mayor caudal de inversión argentina se dio entre octubre y noviembre del año pasado, triplicaron el promedio de compra de inmuebles a partir de agosto y la construcción de viviendas promovidas se mantuvo en alza.
El principal atractivo se centra en Montevideo: una opción de inversión segura principalmente por sus precios, expensas accesibles y un retorno para inversiones de renta que ronda el 5% anual neto en dólares. Para inversiones de capitalización la rentabilidad esperada se eleva hasta el 12% anual. Sucede que más allá del Río de la Plata se erige un mercado sólido, caracterizado por su seguridad jurídica y reglas del juego claras para los inversores.
La pandemia le dio la posibilidad a Uruguay de mostrar cuáles son los pilares del país: la expansión monetaria, las medidas de flexibilización regulatoria y las líneas de garantías de crédito que ayudaron a sostener a las empresas. Estas cualidades lo transforman en un país seguro para invertir.