El chisme, una costumbre tan antigua como la propia convivencia humana, ha sido objeto de críticas por su posible impacto negativo en la reputación de las personas. Sin embargo, investigaciones recientes están dando un giro inesperado a esta práctica, al demostrar que tiene un papel más constructivo de lo que se pensaba. Hablar de otros no solo forma parte de nuestra vida diaria, sino que también puede convertirse en un recurso para el bienestar emocional y la conexión social.
Según precisó Noticias 24 hrs, de acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Pavia, en Italia, más de dos tercios de nuestras conversaciones cotidianas incluyen algún tipo de chisme. Lejos de ser un simple pasatiempo, esta dinámica interpersonal genera oxitocina en el cerebro, la llamada “hormona de la felicidad”, la misma que se libera al dar un abrazo o un beso. Es decir, que conversar sobre terceros puede tener efectos similares a los gestos de cariño y cercanía.
Además de fortalecer los vínculos sociales, el chisme parece tener un impacto directo en la salud física. Los investigadores encontraron que hablar sobre los demás ayuda a reducir los niveles de cortisol, la hormona relacionada con el estrés. Al bajar esta sustancia, también se estabilizan los niveles de glucosa en sangre, lo que aporta beneficios tanto emocionales como fisiológicos.
Así, lo que muchos consideran una costumbre trivial o incluso dañina, podría ser en realidad una estrategia inconsciente de autocuidado. Aunque es importante ser cuidadosos con la información que compartimos, este estudio sugiere que un poco de chisme, en la dosis adecuada, puede ser una vía natural para mejorar la salud social y mantener el equilibrio emocional.