Francia se convirtió en el primer país del mundo en exigir legalmente a los supermercados que donen los alimentos no vendidos a organizaciones benéficas y bancos de alimentos.
Según Zero Waste Europe, las tiendas de más de 400 metros cuadrados deben firmar acuerdos con bancos de alimentos u organizaciones benéficas para redistribuir los productos no vendidos pero aptos para el consumo. Esto incluye frutas y verduras frescas, productos envasados próximos a caducar y otros excedentes. La ley también prohíbe a los supermercados estropear intencionadamente los alimentos, por ejemplo, vertiendo lejía sobre los productos desechados.
Esta legislación ha ayudado a redirigir millones de comidas a personas necesitadas e inspirado políticas similares en toda Europa. Desde entonces, se ha extendido a los servicios de catering a gran escala y a los fabricantes de alimentos, convirtiendo a Francia en líder mundial en la reducción del desperdicio alimentario. Según Organic Authority, la ley permite a las organizaciones benéficas distribuir millones de comidas adicionales cada año, mejorando significativamente el acceso a los alimentos para las poblaciones vulnerables.















