En un encuentro inesperado celebrado en la ciudad portuaria de Busan, Corea del Sur, el presidente estadounidense Donald Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, alcanzaron el jueves un acuerdo para aliviar el conflicto comercial que ha sacudido la economía global.
Trump calificó la cita como un «gran éxito» y anunció avances en temas clave como las tierras raras, el comercio de soja y los aranceles relacionados con el fentanilo que Washington aplica a Pekín.
«El acuerdo sobre las tierras raras ya está cerrado, y es válido para todo el mundo», declaró Trump a bordo del avión presidencial Air Force One.
El magnate precisó que el pacto, con una vigencia inicial de un año y posibilidad de renovación, garantizará el suministro de estos materiales esenciales sobre los cuales China mantiene un cuasi monopolio.
Las restricciones chinas a sus exportaciones habían provocado tensiones con Washington.
Por su parte, el Ministerio de Comercio de China confirmó la suspensión por un año de las limitaciones impuestas en octubre a la exportación de tierras raras, así como la cancelación de las medidas punitivas recíprocas que afectaban al transporte marítimo.
En respuesta, Washington aceptó reducir del 20% al 10% los aranceles impuestos a productos chinos como represalia por el tráfico de fentanilo, el potente opioide cuyos componentes se producen en gran parte en China y que ha causado miles de muertes en Estados Unidos.
Trump también anunció que Pekín se comprometió a comprar «volúmenes considerables» de soja y otros productos agrícolas estadounidenses, una noticia que podría beneficiar a los agricultores del medio oeste, base clave de su electorado.
«China ha acordado iniciar un procedimiento de compra de energía estadounidense», añadió el mandatario en su red social, insinuando una posible «transacción de gran magnitud para la adquisición de petróleo y gas de Alaska».
Según Trump, «Taiwán nunca fue mencionado» durante las conversaciones, pese a las especulaciones de que el tema podría haber servido como moneda de negociación. En cambio, reconoció que sí se habló «durante mucho tiempo» sobre la guerra en Ucrania, y que ambos líderes «trabajarán juntos para ver si pueden lograr algo».
Tras una reunión de una hora y cuarenta minutos, el presidente estadounidense partió rumbo a Washington. Los mandatarios, que no se veían desde hacía seis años, se despidieron sin emitir un comunicado conjunto.
Trump y Xi se conocen bien: se reunieron cinco veces durante el primer mandato del republicano. Sin embargo, desde su último encuentro en 2019, las tensiones entre las dos principales potencias económicas del mundo no han hecho más que aumentar. De vuelta al poder desde enero, Trump ha impulsado una agresiva agenda proteccionista bajo su lema «Estados Unidos primero».
El acuerdo llega tras semanas de fuertes fricciones. El 19 de septiembre, Trump había anunciado su intención de reunirse con Xi tras una llamada telefónica «muy productiva».
Pero la tensión escaló el 9 de octubre, cuando Pekín decidió restringir la exportación de tierras raras, una medida que amenazaba con frenar el ambicioso plan de reindustrialización de la Casa Blanca. Trump calificó entonces la decisión como una maniobra «hostil» y amenazó con imponer aranceles «devastadores» y cancelar el encuentro.
Aunque el pacto comercial no resuelve los desacuerdos estructurales —económicos, tecnológicos y geopolíticos—, representa un paso hacia el «apaciguamiento de las tensiones», según analistas internacionales.
Washington sigue preocupado por los esfuerzos de China por fortalecer su influencia entre los países emergentes y por sus vínculos con Rusia, pero Trump tenía un incentivo político claro: mostrar un triunfo diplomático en medio de una prolongada crisis presupuestaria interna.
El encuentro con Xi Jinping cerró una gira asiática de Trump marcada por una recepción fastuosa en Malasia, Japón y Corea del Sur, donde fue agasajado con regalos de alto valor y promesas de inversiones millonarias en Estados Unidos.
El presidente comentó que durante el viaje estuvo demasiado «ocupado» para reunirse con el líder norcoreano Kim Jong-un, pero no descartó volver a hacerlo «muy pronto». © ANSA















